Saturday, July 6, 2013

Cosas raras en Nueva Zelandia

Me ha costado retomar el blog, mas que por falta de tiempo, es por falta de inspiración. Ya cumplimos cuatro años desde que llegamos una fría noche de Junio a Wellington, y el proceso de adaptación ha sido más lento y más trabajoso de lo que esperamos.

La gente acá es más relajada y en algunos casos, rara. Para ilustrarlo, les voy a contar unas anécdotas que le sucedieron a Maribel. La primera, estaba ella en la casa y de repente se encuentra con un hombre en el living: era un antiguo arrendatario que venía a devolver la llave que tenía y que no pensó que la casa estuviera arrendada (?). La segunda, tambíen relacionado con el acceso a la casa, tiene que ver con el hombre que entró a la casa para registrar el consumo eléctrico de la casa (el medidor está adentro). Dado estos eventos, le reclamamos al arrendador para saber si alguien mas tenía acceso a la casa! Viniendo de una sociedad paranoica como la chilena y en menor medida la norteamericana, encontrar un extraño en la casa es bastante curioso. Otro evento similar en menor medida, la tercera anécdota cuenta cuando Maribel encontró al vecino dentro de la casa, quien había entrado por la puerta trasera. El venía a quejarse que la salida de aire de la secadora apuntaba a su casa y eso le "hacía mal". Tuvimos que cambiar el escape para que apuntara a nuestro patio de modo de mantener la convivencia.

Las casas en general no tienen rejas, las puertas se mantienen abiertas, el uso de cortinas es por abrigo mas que para proteger que la gente de afuera mire la casa. Tanta es la "confianza", que en más de una ocasión hemos dejado la puerta de la calle abierta de par en par sin que nada pasara. Pero, como tanto va el cántaro al agua que se quiebra, un día dejamos una ventana abierta y alguien oportunista entró y se robó algunas cosas chicas, y no tan chicas como uno de mis lentes para fotografía.

De a poco retomaré el blog, tengo ya un par de ideas!


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